La obsesión por los píxeles y el 4K.
La resolución de la imagen en los televisores ha avanzado rápidamente en este siglo XXI. Hemos pasado de aproximadamente 600 líneas de definición (lo que ha sido la televisión toda la vida: las emisiones de TV, los Vídeos y los DVD) a 1080 líneas y al 4k, que es lo que ofrece hoy la tecnología de Ultra Alta Definición (UHD)Se supone que cuanta más resolución, esto es, cuantos más Megapíxeles tenga la imagen, mayor calidad. Es parecido a cómo funcionan las cámaras: Las hay con 5 Megaxíxeles, con 10 Megapíxeles o con decenas de ellos.
De hecho, ¿quién no quiere una cámara en su móvil con muchos megapíxeles? Parece que cuanta más resolución, más calidad. ¿no?
Los televisores y el video.
Cuando al comprar un televisor nos ofrecen uno con resolución UHD 4K (y bastante más caro que un Full HD), lo primero que pensamos es: “Ver un partido en esta tele será casi como estar en el propio campo. Esto tiene que tener una calidad inmensa”.
Pues bien, no es (necesariamente) así.
Y es que, centrándonos en el caso del vídeo, hay un límite a lo que el ojo humano puede percibir. Ese límite depende de dos/tres factores:
- La agudeza visual del espectador.
- La distancia y tamaño de aquello que observa (no es lo mismo observar un sello a 20 metros de distancia, pequeño y que apenas se percibe, que a un elefante a 10 metros, enorme y amenazador)
La agudeza visual de nuestros ojos.
En el caso de la agudeza visual, la visión óptima de una persona se mide en una escala optométrica, y se denomina 20/20. Hace referencia a la capacidad de ver las letras más pequeñas en un examen ocular a una determinada distancia, y se toma como referencia de una buena visión.
Bien, tenemos a un águila 20/20 sentado cómodamente en su sillón favorito, dispuesto a probar el fantástico 4K en un partido de fútbol.
Aquí se nos presenta el primer problema: ¿Cómo de grande es el Televisor, y a qué distancia está?
Evidentemente, hay un límite a la capacidad que tienen nuestros domicilios para “colgar” grandes televisores. Por no hablar del tamaño de los salones de las casas. Obviamente, pocos tienen un salón de 100 metros cuadrados para colocar una tele tan grande como un videomarcador.
No, el tamaño promedio de un televisor comprado este año es de 42 pulgadas. Y generalmente se ve a una distancia de 2-3 metros.
Pues bien, un televisor de 42 pulgadas, visto a 2-3 metros de distancia no se beneficia en nada de aumentar la resolución a 4K. Así de sencillo.
El ojo humano no percibirá ninguna mejora.
¿Qué necesitaríamos para poder ver mejor en un televisor 4K? ¿Que sea enorme, y ponernos a cierta distancia?
¡No! Es más bien al revés. Bueno, que sea grande sí es interesante. Pero para apreciar el aumento de resolución… hay que acercarse.
Imagina que estas sentado en una playa. Mira la arena que hay junto a ti. Ves los granos, los podrías hasta contar. Ahora mira la arena que hay junto a tus pies. Empiezan a difuminarse. ¿no?. Pues prueba con la arena que hay a 5 metros…¿identificas cada grano?
Con los pixeles pasa lo mismo. Para percibir el aumento de definición, es decir, de densidad de píxeles, tenemos que estar cerca del monitor. Igual que tenemos que estar cerca de la arena para ver los granos.
A mayor distancia, nuestro cerebro agrupa los granos de arena. Y de este modo nos da igual la resolución 4K, porque nuestro cerebro va a hacer un downscaling brutal.
Un ejemplo concreto.
En la tabla adjunta (pincha en ella para ampliarla) podéis ver a qué distancias y para qué tamaños de pantalla merece la pena una resolución u otra.
Por ejemplo, si tenemos una pantalla de 45 pulgadas, solo apreciaremos realmente el 4K si estamos a 2 metros de distancia. A partir de tres metros, nos da igual 4K o 1080p.
El problema es que nadie se acerca más al televisor porque sea 4K. La distancia a la que vemos la televisión la marca nuestro salón, no la resolución del aparato.
Para poder apreciar el 4K en nuestro salón (es decir, a 2-3 metros de distancia), necesitaríamos una televisión de 80 pulgadas. Un monstruo que domina el salón.
Lo que de verdad importa en la calidad del video.
Si la resolución, como hemos visto, no es tan importante, ¿qué es lo que influye en la calidad de la imagen? O dicho de otro modo: ¿En qué debemos fijarnos a la hora de comprar una TV?
Hay varios elementos:
- La relación de contraste (Contrast ratio).
- El procesador de color.
- El tipo de panel (LCD, LED, OLED)…
- Los artefactos de compresión (esto depende únicamente de las cadenas de TV, y, sinceramente… comprimen tanto la señal que se ve todo igual… de mal).
- El Rango Dinámico.
Si tuviera que fijarme en un solo aspecto que marcara la diferencia, apostaría por comprar un televisor con un panel OLED. Ofrece mucho mejor contraste, colores más vivos y gestiona mucho mejor el desenfoque por movimiento (motion blur), típico de los televisores.
Una tecnología prometedora (mucho más que el 4K) es la del Alto Rango Dinámico (High Dynamic Range), que ofrece una relación de contraste mucho mayor entre negros y blancos, algo que actualmente se gestiona realmente mal. Algunos televisores comienzan a incorporarlo, aunque de momento es una tecnología en pañales (también depende de que se haya grabado así).
El mundo audiovisual.
En nuestra Productora Audiovisual empleamos desde hace tiempo cámaras con resolución 4K, a pesar de que entregamos nuestros trabajos en 1080p. ¿Por qué?
La gran ventaja es que podemos reescalar la imagen y realizar zooms digitales sin pérdida de calidad, gracias a que grabamos con 4 veces más de resolución de la que necesitamos. En el mundo de la producción audiovisual de videos corporativos eso sí que es una ventaja real, aunque entreguemos en 1080p.
Un último apunte: Todas las películas cinematográficas que vemos en los cines de España se proyectan a 2K (2K es casi igual que 1080p). ¿Acaso se ven mal? ¿Echamos en falta mayor resolución?
Tal y como dijo James Cameron hace algunos años: “4K es un concepto surgido del miedo”.