Cuando James Cameron terminaba de realizar los trabajos de preproducción de sus películas, especialmente los guiones y el storyboard, solía decir que la película ya estaba hecha, que ya solo hacía falta rodarla.
¿Qué es la preproducción audiovisual y para qué sirve?
La preproducción audiovisual es la fase de planificación previa al rodaje de cualquier proyecto audiovisual. Aquí se toman todas las decisiones importantes a nivel narrativo, técnico, artístico y logístico. Da igual si hablamos de un spot publicitario, un vídeo corporativo, un documental o cualquier tipo de producción audiovisual: una buena preproducción es el 80% del éxito.
Durante esta etapa se definen los objetivos del proyecto, se determina el enfoque, se elabora el guion y se planifican todos los recursos necesarios para la producción. Esta preparación no solo reduce los riesgos y costes, sino que también garantiza que el resultado final cumpla con las expectativas tanto del cliente como del público objetivo. En pocas palabras, la preproducción es la columna vertebral de cualquier producción audiovisual profesional.
Fases de la preproducción audiovisual paso a paso
1. Briefing inicial con el cliente
Definir objetivos
El primer paso en cualquier proceso de preproducción es mantener una reunión inicial con el cliente para definir con claridad los objetivos del vídeo. ¿Qué se quiere conseguir con esta pieza? ¿Incrementar las ventas? ¿Mejorar la imagen de marca? ¿Explicar un producto o servicio? Sin una meta clara, cualquier decisión creativa puede perder el rumbo y alejarse del propósito real del proyecto.
Este diálogo permite al equipo creativo alinear sus esfuerzos con las verdaderas necesidades del cliente. Además, ayuda a identificar si el enfoque debe ser emocional, informativo, promocional, institucional, o una mezcla de varios. Cada objetivo requiere una estrategia narrativa diferente, y es en esta etapa donde se establece el mapa de ruta del contenido.
Clarificar el mensaje clave y el tono
Una vez definidos los objetivos, es vital identificar cuál será el mensaje central que se quiere transmitir. Este mensaje debe ser claro, breve y memorable. Cuanto más simple y directo, mejor funcionará en el mundo audiovisual, donde cada segundo cuenta y la atención del espectador es limitada.
En paralelo, se define el tono del vídeo: ¿será cercano y desenfadado o serio y formal? ¿Inspirador o técnico? Esta decisión afectará tanto al estilo visual como a la forma de redactar el guion y la voz en off. Todo el equipo debe tener muy claro este tono desde el principio para mantener la coherencia en todo el proceso.
Identificar requisitos técnicos, legales o de marca
Cada cliente puede tener condiciones técnicas específicas: desde duración máxima hasta requisitos de formato, idioma, o integración con otros elementos audiovisuales. También es frecuente que existan guías de estilo corporativas que definan tipografías, paletas de color, logotipos o incluso normas sobre el uso de imagen de marca.
Además, en algunos casos hay que contemplar aspectos legales: uso de música con derechos, inclusión de disclaimers, tratamiento de datos personales, etc. Recoger toda esta información al inicio ahorra tiempo y evita errores costosos en fases posteriores.
2. Investigación y análisis
Conocimiento profundo de la empresa o producto
Antes de poder contar una historia, hay que entenderla. Por eso, es imprescindible investigar en profundidad la empresa o el producto que se va a presentar. ¿Qué la hace especial? ¿Cuál es su historia? ¿Qué valor diferencial ofrece? Este conocimiento permite construir un mensaje auténtico, con personalidad y credibilidad.
A menudo, esta etapa implica entrevistas con responsables de la empresa, visitas a sus instalaciones y análisis de su documentación corporativa. Todo este trabajo se transforma en una base sólida sobre la que construir el discurso audiovisual.
Estudio de la competencia y el sector
Conocer qué están haciendo otras empresas del sector es esencial. No para copiar, sino para diferenciarse. Analizar los vídeos de la competencia permite identificar tendencias, aciertos y errores, y posicionar la pieza que se está creando con una identidad propia.
También se observa el lenguaje visual predominante, los formatos utilizados y las plataformas donde se difunden los contenidos. Esta información es clave para decidir si seguir una línea similar (para cumplir expectativas del sector) o romper con ella buscando un enfoque más disruptivo.
Análisis del público objetivo
Uno de los errores más comunes en la producción de vídeos corporativos es pensar que están hechos para quienes los encargan. Pero no es así: el vídeo debe conectar con los clientes reales de la empresa. Por eso, analizamos con detalle al público objetivo: edad, profesión, intereses, hábitos de consumo de contenido, y nivel de familiaridad con el producto o servicio.
Este perfilado permite adaptar el lenguaje, el ritmo, la estética y el contenido del vídeo a las preferencias y expectativas del espectador ideal. Porque no es lo mismo hablarle a un técnico especializado que a un público generalista o a un inversor.
Definición del uso del vídeo
También es importante saber dónde y cómo se va a usar el vídeo. No es lo mismo preparar un vídeo corporativo para proyectar en una feria internacional, que un contenido efímero para Instagram Stories o un spot publicitario para una campaña en TV.
Cada canal tiene sus propias reglas: duración óptima, formato visual, subtitulados, ritmo narrativo, etc. Comprender el canal de difusión desde el inicio permite adaptar la producción al medio para maximizar su impacto.
3. Desarrollo del concepto creativo
Diseño de una idea base con enfoque claro
Con toda la información recabada, el equipo creativo define el concepto del vídeo. Esta idea base será el corazón del contenido: el mensaje central que se quiere transmitir y cómo se va a presentar. Aquí nace la narrativa que sostendrá la producción.
El concepto debe ser claro, potente y coherente con los valores de la marca. A veces puede adoptar forma de historia, otras veces de metáfora visual o de estructura explicativa. Lo importante es que funcione y sea memorable para el espectador.
Elección del tono
El tono define cómo se dice lo que se quiere decir. Puede ser cálido, cercano, técnico, emocional, épico… Cada opción conecta de una manera distinta con el público. Elegir bien el tono garantiza que el mensaje llegue con el impacto deseado.
Esta decisión influye en todos los aspectos: redacción del guion, dirección de actores, diseño gráfico, música y ritmo de montaje. Por eso, se elige en esta fase, antes de pasar al guion.
Decidir el estilo visual
El estilo visual es otro de los grandes pilares de la pieza. ¿Será en imagen real o en animación? ¿Utilizará un enfoque cinematográfico o más televisivo? ¿Colores fríos o cálidos? ¿Movimientos suaves o cortes rápidos?
Este estilo se define teniendo en cuenta el mensaje, el público y los recursos disponibles. Además, debe ser coherente con la identidad visual de la marca. A veces, se crean moodboards y referencias visuales para afinar el estilo deseado.
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4. Escritura del guion
Guion literario con estructura narrativa
El guion literario es el texto que articula todo el contenido del vídeo. Describe lo que se dice y cómo se dice, define las escenas, el ritmo narrativo y la evolución del mensaje. Debe tener una estructura clara: inicio, desarrollo y cierre.
En función del tipo de vídeo, puede adoptar formas muy distintas: storytelling emocional, entrevista editada, pieza informativa, presentación de producto… El objetivo es que el guion fluya, mantenga el interés y transmita lo necesario en el menor tiempo posible.
Guion técnico
A partir del guion literario, se desarrolla el guion técnico. Este documento traduce el contenido a un lenguaje audiovisual: especifica los planos, los movimientos de cámara, las transiciones, la locución, la música y los elementos gráficos.
El guion técnico es esencial para que todo el equipo sepa exactamente qué grabar y cómo. También es una herramienta clave para prever tiempos de rodaje, necesidades técnicas y recursos.
Storyboard y animatics
Cuando el proyecto lo requiere, se elabora un storyboard, que representa mediante dibujos cada una de las escenas o planos. Esto ayuda a visualizar el resultado antes de grabar, facilita la planificación y permite detectar errores conceptuales.
En casos más complejos, se pueden crear animatics: versiones animadas del storyboard con música y voz temporal. Son especialmente útiles para vídeos animados o con mucho motion graphics.
5. Planificación y logística
Presupuesto
Una buena preproducción incluye una planificación financiera detallada. Se diseña un presupuesto que contemple todos los costes: equipo humano, alquiler de material, desplazamientos, dietas, actores, localizaciones, postproducción, etc.
El presupuesto no solo sirve para saber cuánto cuesta el proyecto, sino también para tomar decisiones creativas realistas. Es una herramienta de control que debe actualizarse a medida que avanza la producción.
Calendario de trabajo
Tan importante como el dinero es el tiempo. Se elabora un calendario con fechas clave: entrega de guiones, días de rodaje, fechas de revisión, entrega final…
Este cronograma permite coordinar a todos los implicados y anticipar necesidades logísticas. Un buen calendario incluye márgenes por si surgen imprevistos.
Casting
Si el vídeo requiere la presencia de actores, figurantes o locutores, esta es la fase donde se elige al elenco. Se hacen pruebas, se revisan reels, se buscan perfiles que encajen con el tono y la historia.
También se gestiona todo lo necesario: contratos, derechos de imagen, disponibilidad, vestuario… Un casting mal hecho puede tirar abajo todo el trabajo previo.
Localizaciones
Escoger las localizaciones adecuadas es clave. Se realiza un proceso de scouting para encontrar espacios que encajen con el estilo visual y el mensaje. A veces se graba en las instalaciones del cliente, otras veces en localizaciones externas.
Es importante asegurar los permisos de grabación, la accesibilidad, el control del entorno y la disponibilidad de luz, sonido y electricidad. También conviene tener una o dos localizaciones alternativas por si algo falla.
Equipos y recursos técnicos
Aquí se planifica todo el equipamiento necesario: cámaras, ópticas, grabadoras, micrófonos, focos, estabilizadores, drones… Cada decisión técnica influye en el estilo final del vídeo.
Se decide qué material se alquila y qué se aporta por parte del equipo. También se prepara todo el material de atrezzo y escenografía si es necesario.
Equipo humano
En función del proyecto, se conforma un equipo de trabajo adaptado. Director, operador de cámara, sonidista, gaffer, director de arte, maquillador, producción… Cada rol es clave y debe elegirse con cuidado.
Una buena comunicación entre todos los departamentos es esencial desde esta fase. Un equipo bien coordinado trabaja más rápido, con mejor ambiente y mejores resultados.
6. Preproducción técnica
Desglose de rodaje
Una vez cerrado el guion y definidas las localizaciones, se hace un desglose que organiza cada escena o plano según los recursos necesarios: actores, decorados, props, tiempo estimado, requerimientos especiales…
Este documento ayuda a optimizar el orden de rodaje, reduciendo desplazamientos, tiempos muertos y costes. También es vital para que cada departamento sepa qué necesita preparar.
Plan de grabación
Con el desglose listo, se elabora un plan de rodaje detallado, día por día. Incluye horarios, tiempos estimados de montaje y desmontaje, pausas, previsiones meteorológicas, rutas de transporte y cualquier otra logística.
Este plan es la base para coordinar a todo el equipo durante los días de grabación. Sirve como guía diaria y permite tomar decisiones rápidas en caso de cambios de última hora.
Diseño de iluminación y sonido
Cada escena requiere una planificación específica de luz y sonido. ¿Será interior o exterior? ¿Con qué temperatura de color? ¿Hay sonido directo o solo se grabará música? ¿Se grabará voz en off o entrevistas in situ?
Diseñar estas necesidades con antelación permite elegir el equipo adecuado, prever problemas y asegurar la calidad del resultado final. También ayuda a ahorrar tiempo en el rodaje.
Permisos, seguros, derechos de autor y cesiones de imagen
No hay que olvidar la parte legal. En esta etapa se gestionan los permisos de rodaje, los seguros de responsabilidad civil y los derechos de uso de música, imágenes o textos de terceros.
También se redactan y firman las cesiones de imagen de todas las personas que aparezcan en el vídeo. Esto protege legalmente tanto al cliente como al productor.
Consejos prácticos para una buena preproducción audiovisual
- No subestimar nunca la fase de preproducción.
Puede parecer una obviedad, pero todavía hay quien cree que la magia del vídeo está solo en el rodaje o en la edición. Nada más lejos de la realidad. La preproducción es donde realmente se cuece todo: si esta parte falla, el resto va cuesta abajo y sin frenos. Así que dedícale el tiempo y la importancia que merece. - Invertir tiempo aquí ahorra tiempo y dinero en rodaje y montaje.
Un buen plan evita improvisaciones costosas. Si todo está pensado de antemano —qué se graba, cómo, dónde y con qué—, el día del rodaje será más fluido y la postproducción irá como la seda. Cada hora que inviertes en planificar puede ahorrarte tres en resolver marrones más adelante. - Documentar todo: guiones, acuerdos, esquemas.
No te fíes de la memoria. Apunta. Archiva. Guarda todo. Tener bien recogido el material evita malentendidos y sirve como hoja de ruta para todos los miembros del equipo. Desde el guion literario hasta los mails con el cliente: todo suma y puede ser crucial en algún momento. - Anticipar problemas: plan B para localizaciones, climatología, disponibilidad…
La Ley de Murphy es especialmente fan del mundo audiovisual. ¿Llueve el día del rodaje? ¿El actor se pone malo? ¿Se va la luz? Todo puede pasar. Por eso, es vital tener alternativas pensadas: otra localización, otra fecha, otra toma… Ser precavido nunca está de más. - Incluir siempre al equipo de montaje desde esta fase: su visión es clave para planificar bien.
Los editores no solo están para pegar planos al final. Si los incluyes desde el principio, pueden aportar mucho: cómo grabar para facilitar el montaje, qué recursos evitar, cómo estructurar para ganar ritmo. Son aliados estratégicos, no simples postproductores.
Conclusión: ¿Para qué necesito una productora si ya sé todo esto?
Vale, lo entendemos. Has leído este pedazo de artículo y ahora tienes muy claro qué es la preproducción, cómo se estructura y qué pasos hay que seguir. Sabes hablar de guiones, scouting, desgloses, planificación técnica… ¡y hasta has memorizado lo de “el vídeo no es para mi jefe, sino para el cliente que lo paga” como si fuera un mantra! Así que, claro, puede que te preguntes: “¿Y entonces para qué necesito una productora audiovisual?”
La respuesta es sencilla: porque una cosa es saber qué se hace y otra muy distinta es hacerlo. Puedes leer un manual sobre cómo pilotar un avión, pero de ahí a aterrizar en Barajas sin despeinarte hay un trecho. Una productora no solo aplica el proceso que te hemos explicado aquí, sino que lo domina, lo adapta, lo acelera y lo afina. Y cuando el caos del rodaje aparece (porque aparecerá), sabe exactamente cómo reaccionar sin perder los nervios ni el plano bueno.
Además, detrás de una productora hay algo que no se enseña en ningún tutorial: experiencia real, intuición creativa, dominio técnico, resolución de problemas y ese toque que hace que todo encaje. En Texel Filmmaking llevamos años haciendo que los vídeos funcionen, no solo técnicamente, sino emocionalmente. Así que si tienes una idea, nosotros te ayudamos a convertirla en algo que emocione, impacte y comunique. ¿Te animas a hacerlo juntos?